ADVERTENCIA: la lectura del texto que aparece a continuación puede producir náuseas.
Era inevitable: la España de Zapatero se ha teñido de tragedia
Federico Quevedo - 23/08/2008
Querido Z:
Son horas amargas estas en las que te escribo. Salvando las distancias –uno ha sido un accidente, el otro fue un atentado-, a la memoria colectiva han vuelto con una crudeza inimaginable las escenas dramáticas de aquel 11 de marzo de 2004. Familias rotas, psiquiatras, los servicios de emergencias y el pabellón 6 de Ifema convertido en improvisado tanatorio... ¡Todo es tan comparable...! La desazón, la sensación de inevitabilidad, el dolor de un país entero –por cierto, ¿dónde estaba el Rey de España cuando toda la nación sufría por el dramático accidente? ¿De vacaciones?-. Verás Z, algo así tenía que acabar ocurriendo. Lo de Spanair es el paradigma de la España en decadencia y declive, desastrada y en acelerado proceso de deterioro en todos los órdenes en que se ha transformado desde que la gobierna Rodríguez. Sí, ya sé... Me dirás que poco o nada tiene que ver un accidente aéreo con el desgobierno al que Rodríguez tiene sometido a este país, pero te equivocas. Tiene que ver, y mucho. Y en un doble sentido.
(...) La crisis de Spanair ha puesto en evidencia la absoluta incompetencia de este Gobierno, dedicado a la vida contemplativa en su primer mandato e instalado en la ficción de una bonanza económica cierta en las cifras oficiales, pero ajena a la verdadera situación de la economía real. El Gobierno no hizo nada por la economía, y la economía le ha devuelto el favor en forma de tragedia aérea. Spanair se enfrentaba a un destino fatal que hubiese podido evitarse si desde el primer momento el Gobierno hubiese sido prudente y responsable en la gestión de la bonanza económica, primero, y de la crisis, después.
(...) Te decía, querido Z, al principio de esta carta, que este accidente era inevitable, y que tenía muchas semejanzas con lo ocurrido en aquellos días de marzo de 2004. Verás, cuando un Gobierno se instala en el ensimismamiento, cuando el presidente de ese Gobierno se aleja cada día más de la realidad, ésta tiende a imponerse con una crudeza a veces cruel. Le pasó a Aznar en aquella amarga jornada de marzo de 2004, independientemente de las razones que llevaran a aquel atentado y de los muchos interrogantes que siguen pesando sobre los sucesos de aquel día, así como los que le precedieron y los que le siguieron. Pero lo cierto es que Aznar volvió la espalda a una ciudadanía que rechazaba su política respecto a Iraq, y el 11-M vino a pasarle factura por esa actitud.
El Confidencial
Desde que gobierna el
PSOE,
Federico Quevedo nos tiene
acostumbrados a defecaciones como esta que muestran su ínfima talla moral y su sectarismo. La de hoy o la
anterior son una muestra más de ese espíritu miserable y ciego.
Demuestra, además, tener muy mala memoria al olvidar que durante la “próspera” y “triunfal” España de
Aznar se produjeron alguno de los sucesos más trágicos vividos por España durante las últimas décadas: la
marea negra del Prestige y el
accidente del Yak (posteriormente hemos sabido que en la “próspera” y “triunfal” España
aznarista los militares viajaban en aviones basura). La relación entre la mala o buena situación económica de un país y los accidentes que se puedan producir es tan ridícula que el propio
Quevedo debería avergonzarse de su necedad.
Necedad o mala fe. Probablemente ambas.
Como remate final del artículo, una comparación absolutamente fuera de lugar entre los atentados terroristas del 11 M y el accidente del avión de
Spanair.
¿Alguien da más?