Asistimos al hundimiento del Partido Popular. Al acoso de los gravísimos casos de corrupción (presunta) en los que se haya inmerso, se une la corrupción moral de unos dirigentes que, lejos de dar explicaciones y pedir disculpas a los ciudadanos por las decenas de millones de euros substraídos (presuntamente) a las arcas públicas por las personas implicadas en dichos casos, ataca a las instituciones tal y como lo haría un partido extraparlamentario situado en posiciones ideológicas no democráticas.
Sabemos que el PP es especialista en aplicar los principios de la propaganda creados por Goebbles, en este caso en concreto el tercero, el principio de la transposición.
Pero no debemos perder, además, de vista algo que está ocurriendo desde que se destapara el caso Gürtel: la aparición simultanea de supuestos casos de corrupción en el seno del PSOE denunciados en evidente sincronía con el Partido Popular por medios periodísticos afines y por sindicatos ultraderechistas encargados de hacerles el trabajo sucio. Recuérdense las denuncias contra Manuel Chaves o contra Diego López Garrido, que terminaron con idéntico resultado: siendo archivadas. Ahora, con el recrudecimiento del caso Gürtel, aparecen de la mano del diario ultraderechista La Gaceta, informaciones acerca de supuestos comportamientos corruptos por parte de José Bono. Todo parece formar parte de la misma campaña; veamos sino qué dice el principio noveno de la propaganda goebeliana, el principio de la silenciación: Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
En estas estamos. La “vuelta al centrismo” del partido de Mariano Rajoy se hace cada día más evidente.
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